“Ya no se trata solo de si creemos o no creemos en Dios sino de cómo es el Dios en que creemos”.
Esta acertadísima frase nos va a servir de inicio de recorrido en esta nueva entrega de la serie que hemos iniciado sobre Biblia y misericordia. Me parece que esta cuestión es muy necesaria como puente antes de entrar de lleno en el Antiguo Testamento.
A poco que conozcamos el catecismo sabemos que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Pero a poco que conozcamos cómo somos los seres humanos, individual y grupalmente, sabemos que acostumbramos a darle la vuelta a esta frase y… somos capaces de “crear un dios” a nuestra imagen y semejanza que, triste pero evidentemente, no es para nada el Dios cristiano.
Si nosotros somos insolidarios, rencorosos y vengativos, “nuestro dios”, creado a nuestra imagen y semejanza, va ser igual de insolidario, rencoroso y vengativo. Y si ese “nuestro dios” es así, nuestra religiosidad y pseudo-espiritualidad también lo será así.
Además, esa religiosidad no solo será así, sino que ante cualquier crítica respecto de cómo es, podremos mantenernos impasibles en nuestro error ya que nos sentimos legitimados por “nuestro dios”. Si “mi dios” es así, ¿por qué no habré de serlo yo?
Como vemos, de un error inicial se ha creado una dinámica, diríamos un bucle, de difícil salida ya que se va retroalimentando a sí mismo. Para algunos, casi de nada servirá, pues, que la Palabra de Dios, la doctrina de la Iglesia y cada una de las alocuciones del Papa se dirijan a todos los cristianos en clave de misericordia. Dirán que eso es “flojera” pacifista o que el progresismo se ha adueñado de la Iglesia y del Papa. Lo que sea, con tal de mantenerse fieles a la imagen que ellos se han creado de Dios, fieles a “su dios”.
No es, por tanto, difícil de explicar que desde una religiosidad construida desde “mi dios”, sea posible sostener salvajadas como las siguientes que a continuación señalaré:
– “Si te portas mal Dios no te querrá”. Esa es la mentira más grande que se puede decir a un niño. Dios todopoderoso hay algo que no puede: dejar de amar!!! Dios ama y ama y ama más y sigue amando y no para de amar. Si Dios no ama, entonces no es Dios.
– “Si haces eso Dios te va a castigar”. Otra mentira enorme. Con esta se ha hecho a Dios culpable de inundaciones, terremotos, enfermedades… incluso al sida se le consideró un castigo de Dios. Ese “dios sádico” no es, ni se le parece lo más mínimo, el Dios de Jesús y su Iglesia.
– “Si has hecho eso no tienes perdón de Dios”. Una mentira más. Dios perdona siempre al que quiere ser perdonado. Recuerdo una viñeta que decía que el oficio de Dios es perdonar. Ama siempre y perdona siempre porque su Misericordia es infinita.
Y podríamos seguir con diferentes modalidades que dan vueltas a lo mismo… En cambio, como se transforma todo si mi mi fe, mi religiosidad y espiritualidad, se construyen a partir del Dios rico en Misericordia, de Dios que ama y perdona siempre, de Dios “locamente” enamorado de sus hijos.
Que no te den gato por liebre. Fíjate bien, en las webs, blogs y comentarios en general, como es el Dios del que hablan, que cristianismo es el que transpiran, como van de misericordia. No te confundas, esa idea de que las cosas de fe requieren ser muy rigurosos es muy poco cristiana. Dice la Palabra de Dios: “Misericordia quiero y no sacrificio” (Oseas 6, 6 / Mt 9, 13). Y acaba de decir el Papa Francisco: «La rigidez clerical cierra los corazones, y ha hecho mucho mal».
¿Sabes cuál es el peor mal que ha hecho esa rigidez? Hemos convertido a muchos de nuestros hermanos alejados, incluso equivocados, en enemigos y, por nuestra culpa, ellos han entendido que “nuestro dios” era su enemigo. Es gravísimo utilizar a Dios, a las cosas de Dios, como pedrada contra el contrario.
Quique Fernández
Escuela de Animación Bíblica Barcelona
Miracle Sound Radio