Los cristianos perseguidos normalmente viven en países en los que están en minoría y esto hace que incluso dentro de sus propios países importe poco lo que está pasando y porque la verdad interpela y muchas veces no podemos mirar al sol directamente y preferimos taparnos los ojos.
La fe que viven los cristianos perseguidos nos interpela. Tan sencillo como decir; “¿estaríamos nosotros aquí si supiéramos que ahora van a cerrar la puerta de la iglesia y van a prender fuego?” Pues no lo sé.
Hay una indiferencia causada por el desconocimiento, mucha gente no sabe realmente lo que está pasando, todo esto no sale en las portadas de los periódicos ni en las noticias, siempre tenemos una información sesgada de lo que realmente está pasando, ¿intencionada o no intencionada? Ya sabemos que a los medios de comunicación les interesa mostrar unas cosas y otras no.
Y esto está pasando en Irak, al ver el testimonio de los cristianos, de cómo están reaccionando al volver a sus casas con el perdón. Cómo han vivido estos 3 años de exilio manteniéndose unidos y el resto de la gente viendo en ellos cómo se aman los cristianos. Está habiendo muchas conversiones de musulmanes y de yacidíes. Y es un tema delicado porque estos musulmanes, estos yacidíes, están en peligro cuando se convierten, pero realmente este testimonio está dando muchísimos frutos.
También aquí es muy bonito ver en todos estos países islámicos el papel de la Virgen, de cómo los musulmanes quieren a la Virgen, no de la misma manera que los católicos, pero es la madre de un profeta y de hecho cuando vas a las iglesias, siempre hay una capillita o una gruta de la Virgen de Lourdes fuera del recinto de la iglesia donde ves a musulmanes y cristianos rezando juntos y esto es muy misterioso y a la vez muy esperanzador.
Volviendo al tema de la indiferencia, una cosa es la indiferencia allí a nivel social y luego nuestra propia indiferencia como cristianos, el resistirnos a pensar que el Señor quiere esta persecución al final para nuestro bien porque preferimos vivir en nuestra vida acomodada.
Los cristianos perseguidos No echan la culpa a Dios ante el sufrimiento, sino que reconocen que “Dios está con nosotros” y ven la existencia del mal, que el demonio existe y muchas veces ni siquiera culpan a las personas que están cometiendo ese mal, a los que les están persiguiendo. Perdonan a los perseguidores, pero reconocen que el mal está actuando en estas personas, que el mal utiliza a estas personas para actuar.
Esto lo vemos en el Padre Jacques Hamel que mataron hace dos veranos en Francia, fue el primer sacerdote que muere en el siglo XXI en manos de yihadistas en tierras europeas. Al acabar de celebrar la misa entraron unos encapuchados y lo cogieron para matarlo. Él -había testigos y todo se ha podido documentar- al acabar la misa les dice; “pero ¿qué estáis haciendo?, estáis locos, dejadme”. Ellos lo cogen más fuerte, entonces él dice; “vete Satanás”. Entonces lo rematan, lo acaban de degollar y luego incluso el Santo Padre habló de esto, de cómo este sacerdote no había culpado a estos dos chicos jóvenes, sino que realmente se había ido a la raíz del problema que es el mal. Que no distingue entre católicos, ortodoxos, luteranos, ni evangélicos. El Papa lo llama el “ecumenismo de la sangre”.
Seamos conscientes de que vivimos un momento histórico para poder ayudar a todos estos hermanos nuestros mediante la oración, la difusión de la situación, y con la caridad.