He dejado pasar queriendo más días de los habituales para incorporar una nueva entrada de formación ya que la anterior entrada ha tenido tan buena aceptación y me consta que ha servido, tanto aquí como fuera de esta página, de diálogo y debate.
Tanto es así que me he decidido por hacer una ampliación dado que se quedaron algunos aspectos en el tintero y, por otra parte, ese diálogo y debate que he citado, ha suscitado nuevas aportaciones que merecen ser señaladas.
Además, tal como el Papa Francisco está señalando en sus catequesis de las audiencias de los miércoles, todos estos aspectos son importantísimos a la hora de abordar qué es la misericordia.
– Palabra de Dios
Empecemos por la Sagrada Escritura, que es fundamento de toda doctrina católica. Así lo atestigua el que el Catecismo de la Iglesia Católica esté plagado de citas bíblicas.
En un diálogo de facebook un comentarista pedía, parecía que gritando, citas bíblicas que sirvieran de fundamento para lo que para él era una traición a la doctrina de siempre. Las aporté y me las borraron. Aquí van:
“¿Así le pagas al Señor, pueblo necio e insensato?
¿Acaso él no es tu Padre y tu Creador, el que te hizo y te afianzó?” (Deuteronomio 32,6)“¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos ha creado un solo Dios?” (Malaquías 2,10)
Es decir, que en estos libros aparece, de forma bien explicita y sin lugar a dudas, la afirmación de que Dios es Padre. Lo podemos ver por medio del trato dado: Padre.
Pues bien, eso ocurrió y se escribió mucho, muchísimo, antes de que Jesús enviase a sus apóstoles a bautizar. Así, a los que iban dirigidas las palabras del Deuteronomio y del Libro de Malaquías, ¡sorpresa!, no estaban bautizados.
O sea, concretando, se afirmaba que los creyentes en Yahvé, hombres del Antiguo Testamento, anteriores a Jesús de Nazaret, que no habían recibido el Bautismo… eran hijos del Padre Dios.
Por tanto, no puede ser condición para llamar hijos de Dios a las personas el que hayan recibido el Bautismo.
– Los dos planos
Decíamos en la anterior entrada que podemos decir que todos somos hijos de Dios porque hemos recibido en nuestra concepción el alma, regalo de Dios a sus hijos.
También decíamos que podemos afirmarlo porque las personas reciben la gracia incluso antes de recibir el bautismo, como puede ser el caso de la gracia de la conversión de un catecúmeno.
Pues bien, sin duda es evidente que estamos ante una realidad que, como tantas otras, puede ser abordada desde más de un plano: todos somos hijos de Dios por naturaleza pero solo vivimos como hijos adoptivos de Dios, incorporados a la Iglesia de Cristo, por el Bautismo, por la gracia bautismal.
De estos dos planos ha hablado con acierto el obispo de San Sebastián Monseñor Munilla: “La afirmación todos somos hijos de Dios es perfectamente compatible con que nos hacemos hijos de Dios por el bautismo.”
– En la red
En cierto portal, entre medio de algunos comentaristas contrarios a las palabras del Papa Francisco, otro comentarista pese a estar en clara minoría hacía oir la voz de la cordura, el sosiego, el sentido común y, sobre todo, la verdad sin maquillajes barrocos. Decía Esteban:
“Ya Pío XII en su Encíclica Mystici Corporis Christi decía que: «…sino que aun en los demás hombres, que todavía no están unidos con nosotros en el Cuerpo de la Iglesia, reconozcamos hermanos de Cristo según la carne, llamados juntamente con nosotros a la misma salvación eterna». Así que polémica no existe, más que en una especie de ultraintegrismo ignorante que sostiene tesis similares a la del sacerdote Leonard Feeney excomulgado por Pío XII”
¿Y qué era lo que defendía Leonard Feeney para que le valiese la excomunión? Pues defendía que todos los seres humanos no bautizados quedaban excluidos de la salvación y, por tanto, iban al infierno.
Pues así, como quien no quiere la cosa, condenaba a la mayoría de los seres humanos que han vivido en este nuestro querido Planeta Tierra a lo largo de toda la historia.
Anda por ahí un sacerdote, éste de este siglo, que va criticando día sí día también al Papa Francisco. Lo hace desde los primeros días del pontificado del actual Papa. Y lo hace a golpe de vídeos, como si fueran cachiporrazos.
A él, y de paso a algunos directores de portales y redactores de blogs que se denominan católicos, habrá que decirles que se acaba de entender su poco cariño al ecumenismo cuando ellos se están “protestantizando”, alejados de la comunión con el Papa.
Merece la pena resaltar que la obediencia a la autoridad no necesita ser obediencia cuando se comparte la opinión, el punto de vista. Cuando de verdad es obediencia y reviste valor es cuando se hacen esfuerzos por entender y compartir, y se hacen desde la misericordia.
Es hora de mucha oración y mucho testimonio de fidelidad al Papa.
Quique Fernández
Míracle Sound Radio